La sumisión de la razón
Hace algo menos de un año acababa de leer la polémica obra del autor y filosofo francés Michel Houellebecq.En su habitual tono irreverente pero dirigiendo una crítica atroz hacia su país natal: Francia, Houellebecq traza en su novela un escenario de política ficción, en concreto el año 2022. Puede parecer una fecha muy cercana en el tiempo aunque a tenor de lo que se narra, a ojos de un lector de 2015, fecha de publicación de la novela, el panorama político que se describe puede parecer apocalíptico.
Sin embargo, en tan solo dos años, la política francesa, que hoy se la juega en la primera vuelta de unas ansiadas elecciones, parece encaminarse aunque sea sutilmente al escenario que Houellebecq describe. Sin pretender abordar el contenido de la nóvela, esta hace hincapié a un fenómeno que ha aumentado exponencialmente en los últimos años, siendo Francia uno de los países más castigados: El terrorismo islamista. Curiosamente, la novela de Houellebecq fue publicada pocos días antes del primer gran atentado que afectó a la capital francesa, el atentado sobre Charlie Hebdo, siendo el propio Houellebecq objeto de la sátira de este semanario.
Entre muchas de los aspectos que dotan a la obra de un sorprendente carácter premonitorio, está el ascenso de Marine Le Pen, figura antaño residual de la política francesa. Hija de un personaje tan fanático como caricaturesco, Jean Marie Le Pen, Marine ha sabido dotar al partido de una cierta sofisticación abandonando los "cliches" de la ultraderecha tradicional. Con ello ha buscado transmitir una idea mucho más sofisticada de un partido que aparentemente rehúye la "agresividad" en el lenguaje de sus predecesores y que sobre todo ha encontrado cierto arraigo entre los más jóvenes, pertenecientes a una cierta élite intelectual.
Sin embargo, más allá de la consolidación del FN, como partido dentro del "sistema", su ascenso ha multiplicado la sensación de polarización en la política francesa. De alguna manera su discurso populista trata de apropiarse de los valores republicanos: Libertad, Igualdad y Fraternidad, siendo frente al Pueblo los únicos guardianes de estos valores, y añadiéndole a ello el concepto de Laicidad del que se han convertido en defensores aferrimos.
Precisamente, esta polarización de la Sociedad francesa se ha llevado por delante, tal y como pronosticaba Houellebecq en su novela, a la Social-Democracia encarnada en un Partido Socialista en horas bajas así como a un "Gaullismo" preso de la corrupción que rodea a su candidato, Fillon. Solo el inclasificable fenómeno Macron, procedente del Mundo financiero pero con la inteligencia suficiente para crear un discurso aunando elementos de la Derecha y la Izquierda indistintamente parece plantarle cara al FN. Del mismo modo, entrando en la materia de la laicidad. el autor habla del auge de un partido islamista que en último término, acabaría llevando a cabo un combate descarnado frente al FN cuyo desenlace sorprende a propios y extraños.
Cualquiera diría que esto es del todo improbable, sin embargo una cosa es indudable, el discurso en cuanto a la cuestión musulmana se está polarizando. El combate está entre aquellos que defienden a capa y espada que el Islam encarna el mal en todas sus facetas y aquellas que protegen al Islam en ocasiones cayendo en un discurso que peca de "buenista" en exceso convirtiéndoles en mártires y principales víctimas del extremismo religioso.
Entre medias, la verdadera sumisión ya ha tenido lugar y es la sumisión de la "razón" y del verdadero debate crítico. Resulta evidente que el Islam ha sido la víctima del discurso fanático pero sería iluso negar que la ausencia de mecanismos de prevención y en muchos casos la prevalencia de discursos extremistas (en lo que respecto los derechos de la mujer, la libertad de conciencia entre otros) en el ámbito público nace del propio Islam. incapaz, al menos en Europa, de hacer triunfar una visión moderada compatible con los valores de la democracia liberal.
Precisamente en darles vez a estos musulmanes, que no en vano representan el 8% de la población, estará en juego el no caer en lo que Houellebecq describe en su Nóvela: Una sumisión que no tiene vuelta atrás.
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