Heroes de cartón piedra
Pistorius en plena carrera |
Es
hoy común escuchar que
la sociedad necesita referentes en los que inspirarse. El concepto de "héroe" tan
banalizado hoy en día se le imponía tradicionalmente a aquel personaje que
hacía algo que la sociedad en su conjunto consideraba como honorable. El
problema es que dicho concepto ha pasado de ser otorgado a héroes de
guerra, políticos o liberadores de la patria a concederse a deportistas, actores y
personajes conocidos por distintos asuntos menores. El cambio es notable, ya que
los héroes de hoy en día ya no son gente que pone en peligro su vida
por algo, sino que en muchos casos para ser considerado héroe de
masas basta con colgarse un par de medallas en un deporte determinado o
obtener un papel protagonista en una película de éxito. La caída en
desgracia de dos héroes deportivos como Amstrong, referente del ciclismo
durante la última década o del atleta
paralímpico Pistorius, modelo de superación elevado a icono publicitario
por muchas multinacionales, plantean una profunda reflexión.
Sin pretender minusvalorar
los éxitos, que son muchos, de los deportistas, ¿Cual es su merito real? ¿Cual es su aportación a la sociedad y que es lo que ponen en juego? Todo
heroicidad debe tener su contrapartida, si en plena Edad Media
un guerrero determinado perdía una batalla lo más probable es que acabase con
una soga al cuello, en la II Guerra Mundial, aquellos que permitieron que
miles de judíos se salvasen ocultándolos en sus casas ponían su vida en alto
riesgo, hoy en pleno siglo XXI el "heroe" no necesito lograr
ninguna de estas hazañas. El componente trágico o la contrapartida en forma de riesgo asumido de
los héroes de nuestro tiempo no deja de ser un mal menor.
La
idolatría en la que muchas veces se cae elevando a estas personas a la
categoría de semidioses oculta en el fondo un profundo vacío moral. Ante la
ausencia de creencia en un ser un divino por parte de un sector cada vez mayor,
se crean "mitos"
terrenales que en muchos casos son víctimas de su propio éxito. Como el
propio Amstrong reconocía en una entrevista impactante tras reconocer su
positivo, " Tras superar la enfermedad, me mentalicé de que ya
tenía que ganarlo todo, costase lo que costase". En estos casos, tras alcanzar
el súmmum de la fama, la caída puede ser terrible. Vivimos en una sociedad
donde lo técnico ha ganado terreno a lo humano, con el consiguiente culto
a la tecnología y el peligro que ello conlleva como advertía ya advertía el
filosofo alemán Nietchze," El hombre que no cree en nada no existe, y creer en algo y depender de algo
en el fondo es el idolatría"[9]. El hombre que nada cree, el hombre que no
depende de nada, es al pie de la letra, el hombre sin vínculos. Pero ese hombre
no puede existir. La existencia sin vínculos no es pensable, es imposible". " A ello se le une la el abandono de la espiritualidad, no ligada a una religión en particular, que no puede evitar
la tendencia natural del hombre a buscar lo trascendente
Tratar
de otorgar estos atributos a los seres humanos es desde mi punto de vista un
profundo error, en toda mitificación caemos en una simplificación de la
realidad, que sin duda puede crear falsas expectativas sobre el comportamiento
de tal o cual persona. La riqueza del hombre está en su complejidad y en su
permanente manía de caer en errores para luego tratar de corregirlos, sin eso no seríamos humanos.
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